La vida es lo que hacemos de ella. Los viajes son los viajeros. Lo que vemos no es lo que vemos, sino lo que somos.

12 de abril de 2013

Escapada improvisada de fin de semana. Destino, Madrid

     Echo un vistazo rápido al reloj mientras termino los últimos escritos, son casi las tres y cuarto del mediodía de un soleadísimo viernes y como siempre que tengo prisa un imprevisto de último momento consigue desbaratar todos mis planes  de organización, así que como ya va siendo habitual, acabo saliendo corriendo del despacho. Por suerte, la estación está a dos pasos.

     El tren llega puntual y en poco más de veinte minutos me encuentro en la estación de Sants rodeada de multitud de viajeros. No he tenido tiempo de cambiarme de ropa, pero sí de cambiar el maletín de abogada por mi maleta de viaje y la mochila de fotógrafa profesional.
     Con esta estampa cuanto menos curiosa cuando usas zapatos de tacón y faldilla y la mochila de tu cámara es de un incombinable amarillo chillón, me pongo al final de una interminable cola y empiezo a creer que como me dijo el taquillero la tarde anterior, mi billete era el último que quedaba por vender para hoy. Lentamente avanzamos y para mi sorpresa, pasar por el control de equipaje con tantos bultos acaba resultándome más sencillo de lo que había imaginado.

     Localizo mi asiento y gracias a la amabilidad de uno de los viajeros consigo colocar la maleta en el estante. Miro de nuevo el reloj, es la hora. El AVE inicia la travesía con su habitual exactitud y acomodada en mi asiento pienso mientras empieza a asomar una sonrisa a mis labios, que me encanta viajar de este modo, de un día para otro, sin planear nada.
     Durante el trayecto descubro las comodidades de las nuevas tecnologías, yo que siempre fui tan poco dada a ellas, y las posibilidades infinitas de compartir momentos que mi nuevo celular me brinda con esa genial aplicación conocida como wassap. Después de dos horas asoma a mi ventana, si es que puede calificarse como tal, un paisaje que ya me resulta de lo más familiar.

      Empiezan nuestras andanzas madrileñas y el primer destino escogido es, el Parque Europa, la mayor zona verde de Torrejón de Ardoz y seguramente, uno de los parques españoles más conocidos internacionalmente, cuyo mayor atractivo es que en él se encuentran las reproducciones de los monumentos más emblemáticos de las principales ciudades europeas.
     Para cualquier amante de los viajes es una auténtica gozada pasear por él pues en todo momento  tienes la sensación de estar en un lugar diferente, de viajar a un país distinto, de que Europa está al alcance de tu mano, especialmente cuando has visitado esos lugares.

Llegada al Parque Europa.

Puerta de Brandeburgo.

Molinos holandeses.


El Puente de Arlés, de Vincent van Gogh.

Vía romana.


Torre de Belem.
 
Puerta de Alcalá.
 

"¿Sabes dónde estoy muchacho?". (Enviando foto). "¿Eso qué es?". "El Atomium". "Pero si eso está en Bélgica y tú dijiste que te ibas a Madrid". "Exacto". "Torrejón de Ardoz flipada, Torrejón de Ardoz"..



Plaza de Europa.
 


Debo admitir que fue una agradabilísima sorpresa encontrarme con la Fontana di Trevi, pues no hacía ni un mes que había podido disfrutar de su belleza y estar frente a ella fue como viajar de nuevo a esa magnífica ciudad que es Roma.
 
Torre Eiffel.


David de Miguel Ángel.



Barco vikingo.
 


Puente de Londres.
 


Teatro griego.

Victoria alada de Samotracia.

Sirenita de Copenhague.



     Después de pasear durante algunas horas por este originalísimo parque bajo un sol abrasador decidimos regresar a la capital. Tras recorrer algunos de los lugares más reconocibles de Madrid llegamos a la Plaza Mayor, donde nos instalamos en una de las terrazas para degustar uno de los platos gastronómicos más característicos de la ciudad, el bocadillo de calamares.

Llegada a Madrid.
 
Templo de Debod.

Plaza España.


Puerta del Sol.

Estatua del Oso y el Madroño.

Iglesia de San Ginés de Arlés.

Plaza Mayor.

Plaza Mayor, bocadillo de calamares y una cervecita bien fría, perfecta combinación.

     Aprovechando que hacía un día estupendo, de hecho creo que debía ser cuanto menos el fin de semana más caluroso del año, proseguimos nuestro camino por la ciudad. Debo decir que si bien he estado en Madrid en infinidad de ocasiones, hay lugares que nunca me canso de volver a visitar.

Plaza de la Villa.


Plaza del Conde Miranda.





Catedral de Nuestra Señora de la Almudena.
 
Palacio Real.
 

Teatro Real.
 
Plaza de Oriente.
 
¿Hay mejor manera de soportar tanto calor?.


Paseando por los jardines del Palacio Real.
 
Descansando en el césped del Parque Madrid Río.

El río Manzanares.

Empieza a atardecer.

 
     Situada en el ancho y llano valle que forma la vega de los ríos Tajo y Jarama, en un privilegiado escenario natural, se levanta la ciudad de Aranjuez, uno de los Reales Sitios de la monarquía española y cuyos mayores atractivos son el Palacio Real dotado de una sublime arquitectura y sus hermosos jardines.
    
Llegada a Aranjuez.



Iglesia de San Antonio.
 
Fuente de Hércules y Anteo.
 
Fuente de Ceres.
 
Fachada posterior del Palacio Real.
 

Jardín del Rey.
 
Galerías.
 
Accediendo al interior del Palacio Real. De aquí en adelante no se permite tomar fotografías.
 

 
Jardines del Parterre.
 
 El río Tajo a su paso por los Jardines de la Isla.
 
 

Fuente de Hércules e Hidra.
 
Fuente de Apolo.
 
Jardines de la Isla.
 

Fuente del Espinario, copia de la escultura original que se encuentra en los Museos Capitolinos de Roma.
 

Fuente de Neptuno.
 

Alrededores del Palacio Real.

Patio interior de la Casa de los Oficios.
 
 

Plaza de Parejas.
 
 

Si hay algo que realmente me encanta es tumbarme en el césped y disfrutar de vistas como ésta.
 
     A muy poca distancia de aquí se encuentra Chinchón, uno de los pueblos más pintorescos de Madrid, que ha sabido conservar su singularidad a lo largo de los años.
 
Proseguimos el viaje.
 
Llegada a Chinchón.
 
 

Castillo.

Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción.
 
Vistas desde el mirador.
 




De camino a la estación de Atocha.

      Dispongo desde que trabajo de menos tiempo libre, pero eso no será un impedimento para que pueda seguir viajando, especialmente cuando se trata de hacerlo de un modo que me encanta, inesperadamente, de un día para otro.

ABRIL 2013

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