La vida es lo que hacemos de ella. Los viajes son los viajeros. Lo que vemos no es lo que vemos, sino lo que somos.

24 de mayo de 2013

Mis primeras vacaciones laborales

     Hace casi un año decidía poner fin a mi etapa de estudiante de oposiciones. El motivo de ello, la sensación que me invadía desde hacía tiempo de dejarlo todo por perseguir un sueño, de arriesgar, de irme una larga temporada a un país extranjero, con la certeza de que aquella experiencia sería la más enriquecedora de cuantas hasta el momento tuve y aquel viaje un punto de inflexión en mi vida.

     Y así fue. De Malta me llevé mucho más de lo que allí esperaba encontrar y aquí, al regresar, el fascinante descubrimiento de que había un camino trazado para mí y en el que cada paso a dar iba a ir siempre acompañado de una facilidad y sencillez asombrosas.
     Y lo seguí. Produciéndose entonces ese esperado punto de inflexión al acceder y conocer el mundo laboral, ése al que nunca me decidía a entrar por miedo a un estilo de vida del que ya difícilmente me podría desligar.

     Nunca me imaginé ejerciendo de abogada y, para mi sorpresa,  lo cierto es que esta profesión me fascina. Cada día se convierte en una auténtica aventura, y tanto esfuerzo y trabajo invertidos merecen la pena al contemplar la mirada de gratitud de un cliente que depositó su confianza en ti para solucionar sus problemas. Creo sinceramente, que pocas profesiones son tan gratificantes como ésta.


     Y así, después de medio año sumergida en el apasionante mundo de las leyes y después de ser perseguida durante semanas por la secretaria para organizar las vacaciones de verano, finalmente las hemos distribuido, quedando mis vacaciones repartidas entre los meses de agosto y septiembre.
     Y es que si hay algo que realmente deseaba desde hace años, era tener dinero para continuar viajando sin necesidad de ahorrar durante un largo tiempo. Ahora que lo tengo, creo que será mi perdición. Así que como no podía ser de otro modo y con la escasa organización que me caracteriza, ya he comprado los billetes para mi próximo viaje.
    
     Volaré de nuevo sobre él, me impregnaré de nuevo de su olor, contemplaré de nuevo sus hermosas aguas y sus bellas puestas de sol, sentiré de nuevo su calor. Vuelvo al Mediterráneo.
    

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