La vida es lo que hacemos de ella. Los viajes son los viajeros. Lo que vemos no es lo que vemos, sino lo que somos.

30 de enero de 2013

París, la Ciudad de la Luz

     Esta mañana un amigo francés me comentaba que iba de camino a París para realizar varias gestiones en la ciudad. Sentada en mi despacho preparando demandas y escritos, no pude más que sentir una enorme envidia, pues aunque como ya he mencionado en varias ocasiones, si bien es cierto que me encanta mi trabajo de abogada, también lo es que viajar es una de mis pasiones y que París, es una de las ciudades más hermosas que he tenido la suerte de conocer.

     Así que ahí, frente al ordenador, rodeada de expedientes y papeles, empecé a divagar cuando mis recuerdos se remontaron unos años atrás, hasta un cumpleaños en el que me sorprendieron regalándome un viaje.
     Aunque han pasado muchos años desde que visité París, no he olvidado ningún detalle de aquellos días ni de aquel viaje. Supongo que se debe a las circunstancias que lo rodearon y sin duda alguna, a la intensidad con que lo viví, pues creo sinceramente que ningún regalo enriquece tanto como un viaje por todo lo que conlleva. Pero eso es algo que probablemente, sólo puede entender alguien que alguna vez ha recibido un regalo como ese.

     Conocida como la Ciudad de la Luz por ser una ciudad adelantada a su tiempo e iluminar al mundo, París es una ciudad de ensueño que no se explica sin el Sena, río que divide y vertebra a esta magnífica ciudad y que forma parte de su paisaje. La orilla derecha es la más monumental por encontrarse en ella la mayoría de los edificios más emblemáticos e importantes de la ciudad, por el contrario su orilla izquierda posee ese encanto único de lo bohemio.

     Debo decir que hice aquel viaje en aquella época en que todavía se utilizaban las cámaras analógicas. Aquella época en la que podías pasarte un buen rato mirando através del visor para encontrar el mejor ángulo y captar la mejor luz. Aquella época en que ibas impaciente a revelar las fotografías porque resultaba imposible predecir cómo quedarían. Aquella época en que el acto de apretar el botón tenía una importancia enorme y el valor de cada instantánea era infinitamente mayor.

     En pleno corazón de París y situada en la pequeña Isla de la Cité rodeada por las aguas del Sena, se encuentra la que es y ha sido una joya de la arquitectura gótica y fuente de inspiración para numerosos artistas, la Catedral de Notre Dame, cuyos imponentes torreones custodiados por gárgolas y sus hermosos rosetones impresionan a cualquier viajero.
     Cruzando desde esta isleta a la orilla derecha del Sena encontramos el Ayuntamiento de París y a poca distancia de éste, bordeando el río, llegamos a uno de los museos más importantes del mundo, el Museo del Louvre, situado frente al Arco del Carrusel y el Jardín de las Tullerías.
     Junto a éste último se encuentra la Plaza de la Concordia cuya historia la convierte en una de las plazas más representativas de París.

Río Sena.
 
Catedral de Notre Dame.
 
Fachada posterior.
 
Ayuntamiento de París.
 
 Museo del Louvre.

Arco del Carrusel.
 
Jardín de las Tullerías.
 
 
Plaza de la Concordia.
 

 
Obelisco de Lúxor.
 
     Aquí empieza la que los franceses llaman, y no sin razón, "la plus belle avenue du monde" y que no es otra que la Avenida de los Campos Elíseos. Siguiendo esta impresionante avenida construída con una elegancia exquisita llegamos al Arco del Triunfo, uno de los monumentos nacionales con mayor carga histórica y a cuyos pies se encuentra la Tumba al Soldado Desconocido custodiada por una llama continuamente encendida.
 
 
Arco del Triunfo.
 
Uno de los grabados de las caras exteriores.
 
Los Campos Elíseos desde el Arco del Triunfo, al fondo el Museo del Louvre.
 
     Podríamos continuar el viaje, pero como se va haciendo tarde, os propongo desandar el camino recorrido y entender así, por qué París causó admiración en todo el mundo al ser la primera ciudad que dotó a sus calles y monumentos más importantes, de luz eléctrica.

Obelisco de Lúxor y Torre Eiffel desde la Plaza de la Concordia.
 
 
Museo del Louvre.
 
Catedral de Notre Dame.
 
Torre Eiffel.
 
     Al quedar un poquitín apartada del hotel en que nos hospedábamos decidimos coger el metro para llegar a la Torre Eiffel. Recuerdo que la parada se encontraba a muy poca distancia de los Jardines del Trocadero, de manera que al salir del metro quedabas prácticamente debajo de este enorme montón de hierro y debo decir, que aquella visión inesperada me impactó sobremanera.
     Después de esperar durante horas en la interminable cola empezamos por fin el ascenso a este gigante que durante años fue la estructura más alta del mundo. En mi opinión, vista de cerca y en comparación con otros edificios esta torre es muy poco glamourosa, pero vista a lo lejos, iluminada al anochecer o disfrutar de la panorámica desde su azotea, es una auténtica maravilla.
 
Torre Eiffel.
 
 Subiendo a la azotea.

En lo alto de la Torre Eiffel.
 
El Gran Palacio frente al Puente Alejandro III.
 
Museo Nacional de la Marina en los Jardines del Trocadero.
 
 Campo de Marte.

Palacio Nacional de los Inválidos.
 
 
 
 
 Isla de los Cisnes.
 
 Y mientras tomaba esta foto me pareció ver en un extremo de la Isla de los Cisnes una pequeña Estatua de la Libertad.
Así fue como descubrí que repartidas por el mundo hay infinidad de réplicas de este conocidísimo monumento.
 
 
     Bajo la Torre Eiffel se extiende el Campo de Marte repleto de árboles y al final de éste se encuentra la Escuela Militar. A muy poca distancia de aquí están emplazados el Museo Rodín donde entre cipreses se expone la más conocida obra de este genial escultor y el Palacio Nacional de los Inválidos en cuyo mausoleo reposan, en el interior de un enorme sarcófago de mármol rojizo, los restos de Napoleón.
 
Escuela Militar.
 
Museo Rodin.
 
El Pensador.
 
 Palacio Nacional de los Inválidos.
 
Cúpula sobre la Tumba de Napoleón.
 
 
 Sarcófago de Napoleón Bonaparte.
 
     También en esta orilla del Sena se encuentra el Museo de Orsay dedicado a las artes plásticas y al impresionismo y que personalmente me fascinó por su arquitectura tan característica al haber sido antiguamente una estación de ferrocarril. Además, tuve la suerte de visitarlo mientras se exponían temporalmente las obras de uno de mis pintores favoritos, Vincent Van Gogh.
     Pero después de tanta caminata y antes de continuar el viaje, qué mejor idea que descansar un ratín en la Explanada de los Inválidos desde donde puede disfrutarse de unas vistas magníficas del Gran Palacio y del Palacio Nacional de los Inválidos rodeados de un ambiente de lo más parisino.
 
 Descansando tranquilamente en la Explanada de los Inválidos.
 
Museo de Orsay.
 
Interior del museo que antiguamente fue una estación de ferrocarril.
 
Exposición temporal de Vincent Van Gogh.
 
     Conocido como el barrio de los pintores y situado en una colina, Montmartre es uno de los rincones más encantadores y peculiares de París. Caminando por entre sus estrechas y empinadas callejuelas se llega a la Basílica del Sagrado Corazón, un precioso templo desde cuyo mirador puede el viajero contemplar una de las panorámicas más hermosas de esta fascinante ciudad.
 
Llegando a la Basílica del Sagrado Corazón.
 
 
 Fachada posterior de la Basílica del Sagrado Corazón.

Basílica del Sagrado Corazón.
 
 
 

Vistas desde el mirador del Templo.
 


      Y tras este desgaste físico subiendo tantísimos escalones qué mejor manera de recuperar fuerzas que deleitándote con un gofre acompañado de un buen chocolate en uno de los cafés más conocidos de la ciudad, el Café de la Paix, situado junto a uno de los más bellos edificios neobarrocos de París, la Ópera Garnier.

Café de la Paix.
 
La Ópera de París.

     Sin duda, uno de los edificios más extravagantes de París y que fue obra pionera de la arquitectura contemporánea por su aspecto tan peculiar es el Centro Georges Pompidou que alberga una de las mejores colecciones de arte moderno y contemporáneo del mundo.
     Lo único que puedo decir es que desde la terraza de este museo la panorámica de París es sencillamente espectacular.



Vistas desde la terraza del Museo Pompidou.
 

 
 

    Hace ocho años me enamoré de una ciudad, de su magia, de su encanto, de sus luces. Hace ocho años me enamoré de París. Y aquella noche en el tren de camino al aeropuerto supe que algún día volvería, algunos años más tarde quizá, pero sin duda, con los mismos sentimientos.

OCTUBRE 2005


     PD: No adivinaste que Malta era mi destino, ¿Al menos llegaste a pensar que la ciudad sería París?. Venga, deja de sonreír.

8 comentarios:

  1. Gracias por darnos otro viaje, aunque esta vez sea de recuerdos...
    Solo una persona más me ha descrito tan bien a París como tu; Victor Hugo en dos de sus novelas más famosas

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    1. Woody Allen ponía fin a una de sus películas con esta frase: ¿Los recuerdos son algo que se tiene o algo que se ha perdido?.

      Cada día estoy más convencida, de que los recuerdos, lejos de ser algo ya perdido, son los elementos necesarios para ser lo que actualmente somos.

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  2. Por cierto, he leído seguidamente dos libros de Woody... es tan genial como sus películas, el primero es "Cómo acabar de una vez por todas con la cultura" y el reciente es "Cuentos sin plumas"... brillantes...
    Me encantaría tenerte como guía...
    Saludos desde el pulgarcito de América (lo de "pulgarcito" lo dijo Gabriela Mistral)

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    1. El único libro que tengo de Woody Allen es "Pura Anarquía". Me lo regaló un amigo hace años y personalmente, no me gustó demasiado.

      Por el contrario otros dos que me regaló, "1984" de George Orwell y "El Inspector" de Gógol, me encantaron, especialmente este último, pero claro, yo es que soy una enamorada de la literatura rusa.

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    2. Leí "1984" y "Rebelión en la granja" de Orwell, muy buenos. Comparto tu predilección por la literatura Rusa (Tolstoi, Gorki, Dostoievski), pero aún no he leído a Gógol.
      Saludos Laura

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    3. Hace ya tiempo leí, "De qué hablo cuando hablo de correr" de Haruki Murakami, y lo hice porque un compañero del trabajo lo leía para preparar una demanda.

      Un conductor despistado había atropellado a nuestro cliente cuando éste se disponía a cruzar por un paso de peatones. En esta ocasión, no se trataba de pedir una indemnización tan sólo por el daño físico causado, sino de hacerle entender al juez que nuestro cliente, corredor por vocación, tras sufrir aquel accidente no podría volver a correr nunca. Que aquéllo no era para él un simple pasatiempo, sino que como describe perfectamente Murakami, era una forma de vida.

      Lo que tanto me fascina de esta profesión es que puedes preparar demandas involucrándote en ellas, poniendo sentimiento en cada una de las palabras que escribes, y que puedes encontrar en una de tus pasiones, en este caso la lectura, la inspiración para tu trabajo.

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    4. Murakami es de esos autores que tengo en lista de espera, específicamente la "Crónica del pájaro que da cuerda el mundo".
      Me alegra que disfrutes tu trabajo. Yo hago lo mismo con el mío, profesor de ciencias físicas en secundaria. Muchos de mis alumnos y alumnas me dicen que no solo soy profesor de eso, sino de muchas cosas más, y que lo que se quedan de mi es más que las clases, sino amistad.
      Saben de mis aficiones por la música y comparto mucho con ellos.

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    5. No iba mal encaminada, estaba segura que te dedicabas a la enseñanza, pero más que de ciencias, creí que eras profesor de música.

      Mira que me gustaba y me parecía interesantísima, pero si hay una asignatura que me costó horrores aprobar, fue sin duda Física. Quién me mandaría a mí escoger ciencias, para llegar a la Universidad y terminar licenciándome en Derecho.

      "Crónicas de los átomos y de las estrellas" de Herbet Reeves, fantástico.

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